¡Noticias!

Después de casi un año sin publicaciones o avisos, he regresado y con nuevas (y espero buenas) noticias.
El blog no solo tendrá las historias que ya conocen, sino que ahora también encontrarán los capítulos de algunos libros, subiré nuevos capítulos de libros e historias por igual.
Espero que no hayan olvidado el blog y que pronto seamos más.
Lili Vulturi Mellark.

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6 may 2012

Capítulo 8: La Orden de Sangre parte 1

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-¡Ness!- La voz de Alec era desespe…¡Me llamo Ness! Antes de que pudiera reaccionar él había aventado al venado que tenía por el cuello estrellándolo contra un árbol. –Hay problemas, tenemos que irnos.
-¿Problemas? Solo somos viejos amigos.- Dijo una voz aterciopelada pero aterradora. Un joven apareció frente a nosotros. Era alto, de cabello rubio cenizo, con cuerpo bien trabajo y apuesto, como todos los demás vampiros. –No te pongas a la defensiva, solo venimos a platicar.
Cuando vi a Alec era totalmente distinto al que había visto es estos días. Su postura era de pelea, sus ojos se habían tornado negros, mostraba los dientes y tenía las manos en puños.
-Quédate detrás de mi.- Me dijo Alec con un gruñido. Una de sus manos tomo mi brazo fuertemente poniéndome detrás de él.
-Con que nueva enamorada.- Dijo burlón el vampiro.
-No la amo, es una invitada y esta a mi cuidado.
-A mi no me puedes mentir, soy tu mejor amigo y excuñado. Tú comportamiento es el mismo que tenías con mi hermana, solo que a ella no lograste salvarla.- Termino al frase con un gruñido.
Una densa neblina comenzó a expandirse por el bosque acercándose al vampiro.
-Eso es un error, recuerda que mi hermana sabía como evadir tu don.
De pronto aparecieron 10 vampiros más, nos rodearon y se nos acercaron sin ser afectados por le don de Alec.
-Te lo dije.- El joven se aventó contra Alec al igual que los otros vampiros, él me aventó justo antes de que lo atraparan. Verlo defendiéndose pero perdiendo, izo que algo en mi ardiera, que ardiera tanto que dolía. Me avente sobre ellos sin pensarlo.
-¡Ness, no!- El grito de Alec izo que me enojara más, lo tenían agarrado entre 6 vampiros mientras su “amigo” lo golpeaba en el estomago. Yo logre quitarle 3 vampiros, salte sobre ellos y los decapite, los cuerpos y cabezas de aquellos vampiros cayeron, avente un encendedor sobre ellos acabándolos para siempre.
-Con que eres ruda, niñita.- La voz del joven rubio me izo voltear, le gruñí y me avente sobre él dispuesta a matarlo.
 ~Es malo no saber el nombre de tu victima.~ Pensé mientras mis manos rodeaban su cuello.
-Alexander.- Respondió él. Antes de poder decapitarlo él me aventó.
-¡No!- El grito de desesperación de Alec izo un fuerte eco en el bosque.
Alexander ahora estaba sobre mi golpeándome la cara, el dolor de los golpes era tanto que deseaba morir.
-¡A ella no la tocas!- El peso de Alexander desapareció, lo único que quedo fue el dolor.
Los gruñidos de Alec y crujidos llamaron mi atención. Al abrir los ojos pude ver a Alec peleando con Alexander, busque a los demás vampiros pero no los encontré, en su lugar la hoguera que había hecho ahora era más grande.
-Nos vemos luego Alec, cuida bien a tu nueva enamorada.- La voz triunfante de Alexander demostraba que algo iba mal para mi protector. Alexander salió corriendo hacia el bosque dejando a Alec se encontraba sobre el pasto, parecía desmayado.
-¡Alec!- Corrí hacia él, me arrodille junto a su cuerpo y tome su rostro entre mis manos acercándolo a mi pecho. –Despierta, no me puedes dejar, debes cuidarme.
-Renesmmee. –Su voz fue queda. Separe su rostro de mi y lo mire. Fue hasta ese momento en que me di cuenta que lloraba. –No llores, ahora todo esta bien.- Sus fríos dedos secaron mis lagrimas y acariciaron mi rostro.
-Si ya estas bien vámonos.- Su tacto me izo sentir rara, era como si todo lo que he pasado junto a mi lobito fuera nada contra su tacto, contra sus palabras.
Cuando él estuvo junto a mi, una oscuridad acogedora me comenzó a envolver, sin poder evitarlo me deje llevar por ella, era un sensación agradable, donde no existía el dolor.


-No me voy a mover de aquí hasta que ella despierte.- Alec estaba a la defensiva.
-Aro te quiere ver.- Angélica también alzaba la voz.
-Que espere.- Esas palabras eran las que creí nunca escuchar de él, siempre pensé que obedecería sus 3 lideres. Un par de manos frías tomaron mi mano derecha con ternura, un tacto raro y poco normal en este lugar pero que me hacía sentir bien.
-Ve con Aro, no quiero que tengas problemas por mi culpa.- Le susurre. Sus manos soltaron la mía y tomaron mi rostro.
-¿Esta segura?- Pregunto quedamente. Su frío aliento golpeo mi rostro.
-Sí.- Mi respuesta fue más fuerte. Abrí los ojos y vi que su rostro aún tenía algunas marcas de la pelea con Alexander. –Pensándolo bien, no. Yo te acompaño, será mejor que yo le muestre a Aro lo sucedido. –Le dije y luego rose mi mano con la suya. ~O puede ver lo ocurrido después de que se fue Alexander.~
-Tienes razón, acompáñame.- Alec me tomo en brazos como si fuera niña chiquita y comenzó a correr.
-Puedo caminar.- Le dije en tono bromista. Pero Alec me bajo cuando ya estábamos frente a las puertas de la sala de tronos.
-Adelante. Dijo Cayo con cierto enfado. -¡Alec tardaste demasiado!- Grito Cayo apenas entramos.
-Fue mi culpa, le pedí venir con él, pero primero tenía que sentirme mejor.- Le respondí de mala gana a Cayo. Todo el Clan me miro mal mientras susurraba sobre mi mala educación. En eso me parecía a mi madre, siempre en contra de los Vulturi o al menos de la mayoría.
-Me imagino que nos mostraras lo ocurrido, pequeña.- Dijo gentilmente Aro, siempre igual.
-Sí.- Respondí firmemente. Aro se acercó a mi con la mano extendí, pero yo acerque mi mano a su rostro.- Solo que yo te lo mostrare a ti lo que paso, no dejare que tu lo investigues.- Mi voz fue agresiva, justo como quería que sonara.
-La Orden de Sangre.- Dijo Aro apenas le mostré a Alexander. Todos en la sala comenzaron a intercambiar opiniones sobre lo dicho pro Aro. –Alec lleva a Renesmmee a su habitación y regresa cuanto antes.
-Sí amo. –Respondió Alec. Me tomo de la muñeca y me saco de la sala.
-¿Qué ocurre?- Le pregunte a mitad del camino.
-La Orden de Sangre son nuestros enemigos y ahora están de regreso. Después te cuento todo.- Me dijo abriendo la puerta de mi habitación.
-¡Alec!- Grite cuando escuche como ponía llave.
Aunque eso no me detendría, mi habitación era la única que tenía una ventana.
Abrí lentamente la ventana intentando hacer el mínimo ruido, tal vez Alec aun estaba cerca. Cuando mis pies tocaron el pasto del patio trasero comencé a correr hacia el frente del castillo, entre por una puerta gran y de madera, atravesé un vestíbulo y sin pasar por la recepcionista humana llegue a la entrada de la Sala.

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